ARAKIMENTARI

Una semana después de su estreno, y el documental sobre Araki sólo se proyecta en la sala más pequeña (y más bonita, por cierto) de los cines «de versión» Cinema Rise de Shibuya. Un domingo por la tarde, y mientras que sus compañeras de cartel mostraban el «aforo completo», para ver el «Arakimentari» apenas unas 25 personas (medio aforo) hacíamos cola para entrar a la sala. De nada sirve poner a Björk, Kitano y Moriyama en el cartel para hacer bulto. Araki sigue representando la doble cara de la moral japonesa. Un fotógrafo de lo «sucio», que a pesar de su fama internacional y sus 55 años, sigue haciendo fotos de desnudos para cutres revistas porno. Dice Kitano que el reconocimiento en Japón de la obra de Araki, es sintómatico de los nuevos aires de cambio de la sociedad. Sin embargo, Araki sigue ocupando un puesto un tanto marginal dentro del stART-system japonés, y a menudo se le contrapone a la seriedad y decoro de Moriyama Daido.

postermentari.jpgEl documental es simplemente un vistazo a la forma de trabajar de Araki, que en ocasiones intenta trascender al individuo, o mejor dicho, canalizar a través de Araki cuanto de arte hay en la fotofrafía. Sin embargo, las preguntas planteadas acaban sin respuestas, y el documental se queda en un buen montaje sobre las siempre interesantes palabras de Araki y amigos, bien arropado por la música y los arreglos de DJ Krush. Música que por cierto a veces incluso roba protagonismo a la fuerza visual de algunas fotos, mientras que otras se solapa con los diálogos, restando resonancia a algunas palabras.

Pocos retazos de la vida de Araki. Nació en el distrito de Taito-ku (Tokio), concretamente en Minowa, barrio pegado al famoso «barrio rojo» de Yoshiwara. Cuenta Araki que el vivir al lado de burdeles, entre la miseria de los barrios pobres, no le impresionó especialmente. Aunque admite que hay una visión que se le quedó grabada: Los cementerio de las prostitutas, cementerios de anónimos panteones, donde los tablones de madera con los nombres de las fallecidas se alzaban solitarios sobre los pequeños mausoleos de piedra. Eran mujeres sin familia ocupando tumbas de paso, olvidadas y reemplazadas por la nueva carne muerta que escupía Yoshiwara. El placer y la muerte separados por una fina línea, difusa bajo la tenue luz roja de los farolilos de papel.

Pero las primeras fotografías de Araki no iban de mujeres, sino de pobres. Influenciado por el neorrealismo italiano como el mismo reconoce, Araki buscó su particular «Tokyo, cittá aperta» retratando la vida cotidiana de sus convecinos en el pequeño barrio de Minowa. Tras estas fotos de marcado corte social, Araki experimentará con nuevas texturas. En particular, una serie sobre los horrores de la guerra en blanco y negro, lograda a través de un revelado con agua hirviendo. El resultado, fotos desfiguradas, como si hubiesen sido quemadas por el calor incendiario producido durante los bombardeos sobre Tokio, verdadero tema e inspiración de esta serie. Pero una de las cosas fundamentales que diferencia a Araki de otros fotógrafos es su forma de trabajar. Suele utilizar hasta cinco tipos de cámaras diferentes, que van desde una polaroid, una cámara compacta de 35mm, un par de réflex, y una cámara de medio formato que es la que más utiliza, en concreto, una vieja y baqueteada Pentax 67. La razón como explica, es una cuestión de experimentación y aprovechamiento. Por un lado cumple con los encargos con las típicas fotos que se esperan de un fotógrafo profesional, pero por otro experimenta para crear sus propias fotos artísticas para sus exhibiciones y libros, de ahí que haya una enorme lista de espera de modelos que quieren desnudarse frente a Araki.

neoshunga.jpgUna de las cosas que más llama la atención de Araki es su aspecto de viejo verde excéntrico hiperactivo. Que no nos engañen sus sempiternas camisas con su cara caricaturizada. Cada palabra de Araki esta cargada de conocimiento. Así, habla de los rigores de una censura que en ocasiones convirtió sus libros de desnudos en páginas en negro. O como para evadirla, acabó por autocensurarse el mismo, pintando y tapando las zonas púbicas de sus fotos con algo más de arte que el sufrido censor. O como terminó por reírse de la censura y sus rídiculas cortapistas a la expresión: Un pene o una vagina deben de ser censurados, mientras que el semen puede mostrarse libremente, por lo que Araki decidió hacer una serie de desnudos cubriendo con semen las zonas «prohibidas», para demostrar la inutilidad de la censura como filtro moralizante.

shunga.jpgUno de los comentarios que mejor describe la obra actual de Araki lo dice una de sus modelos: «Araki representa una reinvención del shunga, o mejor dicho, neo-shunga«. Aparte de los famosos grabados japoneses (ukiyo-e) representando típicas vistas, geisha fatales y famosos actores de kabuki, durante el periodo Edo también se hicieron grabados de contenido pornográfico, de multitud de temas y sin censura. Se ha tardado tiempo en reconocer la calidad artísitca de unos grabados, que ilustran algunas de las fantasías sexuales de la época, como falos desproporcionados, sexo con animales, violaciones… Un vistazo a las fotografías de Araki es un vistazo a los deseos más oscuros y carnales de la sociedad japonesa, destilados gota a gota por Araki en los oscuros antros de Kabuki-cho.

FOTOS: Las comparaciones son odiosas. Foto de Araki de 1997 correspondiente a la serie «Tokyo Nostalgia», y grabado shunga de 1770 realizado por Koryusai.


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